dilluns, 4 de novembre del 2024

Escalar a los sensenta y tantos

En esta entrada de mi blog de montaña, cuento un poco lo que hago yo, para añadir a mis consideraciones sobre el tema. Tengo 66 años y mi techo de dificultad en escalada es bajo, hasta cuarto grado, si bien puedo intentar pasos de quinto, aislados, siempre que estén bien protegidos con seguros fijos o bien los pueda autoproteger de manera fiable; si es necesario, utilizo los estribos. Como mis salidas de escalada suelen verse interrumpidas por lapsos de varios meses a lo largo del año, suelo retomar la escalada en vías deportivas de hasta quinto grado más o menos, para, a continuación, hacer algún itinerario sencillo, y de varios largos, equipado o semiequipado. Cuando ya me siento bien adaptado a la roca y me muevo con soltura, me gusta probar itinerarios también sencillos, pero de autoprotección (friends, fisureros, bagas para las sabinas, puentes de roca, etcétera), incluyendo alguna cresta sencilla. Empecé a escalar y a hacer alpinismo en los años ochenta en algunas clásicas aristas Brucs de Montserrat (Agulles), algunas vías en la Roca dels Arcs y en Terradets (Montsec), como la CADE o la Anglada-Guillamón, entre otras; y, también, en el Pirineo y Cadí: crestas (Salenques-Tempestades, Alba, Bessiberris, etcétera) y corredores sencillos, como el corredor Swan entre los dos Astazou, el corredor Estasen en el Aneto, etcétera. Así pues, como veis, "mi grado" era también entonces el IV o IV+ a lo largo de los 20 años (ochenta y noventa) — en los tramos de III o III+, disfrutaba de verdad, y sigo haciéndolo, :) —, aún estando en muy buena forma física (corría larga distancia, hacía excursiones en bicicleta, esquí de montaña, ...). Actualmente, como es natural por mi edad, mi forma física ya no es ni mucho menos tan buena, por eso intento buscar itinerarios no tan largos ni con aproximaciones tan exigentes como aquellos de mi juventud, pero eso sí intento que esos sitios o esas vías modestas y humildes me proporcionen la posibilidad de sentir y seguir conociéndome a mí mismo en la medida de mis posibilidades y en la de mis compañeros/as de cordada. Actualmente, como vivo en Madrid, estoy conociendo las montañas de aquí (Pedriza, La Cabrera, Sierra Norte de Guadalajara, etcétera). Doy mucho valor al compañero/a: intento que nos vayamos conociendo bien, haciendo para ello los ensayos y prácticas necesarias, y, así, ir adquiriendo confianza mutua, a la vez que procuro que tengamos aspiraciones, maneras de ver la montaña, y niveles físicos, psicológicos y técnicos similares. Los rocódromos no me gustan :) Las cuerdas que uso son las siguientes:

    (1) Para vías de varios largos, dos cuerdas de 60 m y 8,5 mm, de triple homologación.
  • (2) Para crestas sencillas, una cuerda de triple homologación de 9.2 mm y 30 m, junto con un cordino hiperestático de 35 m para recuperar la cuerda en los rápeles largos (de hasta 30 m)
  • (3) Para crestas con pasos en los que hay que parar la progresión en ensamble medio y progresar por tramos, dos cuerdas ligeras de 7,9 mm y de 30 m, las dos homologadas para trabajar en doble o bien en gemelas
  • (4) En algunos itinerarios sencillos en los que hay que hacer tramos largos, me llevo una cuerda de 60 m y de 8,5 mm y un cordino hiperestático de 60 m y 6 mm (PurLine) para la recuperación de la cuerda de rápel (si es muy largo) y también para subir alguna mochila o petate en tramos de chimenea si ello fuese necesario.
  • (5) A veces escalo sólo, en lo que se viene a denominar en top rope; es decir, una cuerda fijada en la cabecera de una vía corta. Para ello, utilizo cuerda semiestática de 10,5 mm de diámetro. Subo a la cabecera por un sendero o bien por medio de una trepada que no sea expuesta e instalo la cabecera: busco el centro de la cuerda que ya tengo marcada, y, después de instalar una buena triangulación, y haciendo un nudo de dos orejas para conectar ambos cabos, los lanzo hasta el pie de via, teniendo así dos líneas, una principal por la que subir autoasegurado mediante un bloqueador (suelo el bloqueador de pecho Croll, de la casa Petzl, con el correspondiente arnés de pecho para posicionarlo correctamente, el cual confecciono con cinta plana), y una línea secundaria a la que, en la subida, me conectaré también mediante un anticaídas.
En cuanto al aparato asegurador para itinerarios no deportivos utilizo actualmente un Master Pro de la casa Grivel. Tiene la ventaja de poderse seleccionar un modo manual, para que al detener una caída del primero, pueda hacerse de la manera más dinámicas posible, o bien un modo semiautomático, para largos equipados con seguros fijos fiables (parabolts o químicos). También uso esta placa-tubo para repelar y asegurar a los segundos. En las vías de varios largos, llevo material de autorrescate básico: polea bloqueadora y tibloc, para poder instalar un polipasto 1:3 y ayudar a subir al segundo, si fuese necesario. Solemos practicar de tanto en tanto las técnicas básicas de autorrescate en alguna vía deportiva bien equipada, vertical y, a poder ser, desplomada: subir por la cuerda fijada, pasar de ascenso a descenso, descolgar al compañero, subirlo a la reunión, instalación de pasamanos y cuerda fija, además de nudos útilies para esa finalidad: siete y medio, nueve, ocho de dos orejas, nudo dinámico con antirretorno, etcétera. En las vías de escalada deportiva, utilizo una cuerda de 70 m, de 9,8 mm, homologada en simple. También utilizo la caña si el primer seguro está demasiado arriba y cuesta llegar a él :)

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